sábado, 25 de agosto de 2012

Un patio escolar rescata la identidad qom

El colegio Cacique Pelayo, del Chaco, homenajeó a Eugenio Leiva, vecino qom y ex combatiente de Malvinas
      El muy sagrado espacio de los recreos tiene nombre y apellido en la escuela “Cacique Pelayo”, de Fontana (Chaco). El patio fue llamado “Eugenio Leiva”, padre de tres chicos del colegio, ex combatiente de Malvinas y vecino qom.
      “Fue una sorpresa muy emotiva este reconocimiento”, dice Leiva, de 50 años. “Tenía siete compañeros qom, de distintos lugares del Chaco y ahora queremos armar un encuentro de veteranos de nuestra comunidad”.
      


 Para María Eugenia Marquéz, directora del nivel secundario: “la idea y el acto para bautizar y homenajear a Leiva  surgió al repensar los objetivos institucionales. Queríamos celebrar un acto patrio sin dejar de cuestionar tratamientos de la historia argentina y la cuestión indígena. Buscamos romper la estructura y la forma protocolar. Así trabajaron los profesores de Historia y Antropología. Los chicos vivieron el momento al igual que Eugenio y se emocionaron. Le escribieron cartas y algunas las leyeron ante él”, resaltó. 
            En tanto, el investigador Marcelo Valko, remarca: “Quienes asistieron al homenaje sabían que eran parte de un momento histórico que tiene que ver con el complejo proceso de concientización de los pueblos originarios que va fragmentando el cerco de invisibilidad impuesta tras siglos de oprobio”.
            En el encuentro impregnado de dolor, pero también del emotivo rescate de la memoria, el 8 de junio último, el qom silenciado volvía del olvido y la guerra para proteger los juegos y sonrisas de los chicos. Así, Leiva admite: “Espere 30 años pero este día llegó y doy gracias a la vida por poder disfrutarlo. Quisiera volver a Malvinas sin armas y abrazar a los compañeros que cayeron”.
            Leiva, quien vive en una “casita”, otorgada por la provincia, con su esposa, sus tres nenas y un varón, que van a la escuela”,  explica: “En Malvinas teníamos dos enemigos: a los ingleses en frente y más cerca a nuestros jefes. En medio de ese frío nos hicieron bañar  al aire libre, donde lavan a ovejas y entre la helada y la nieve. Vi camaradas estaqueados en plena nevada, a otros le quitaban la ropa y los azotban con un cinto, por robar un pedacito de pan o de carne”.     
           “El armamento no servía, era viejo _agrega_, pero seguimos hasta la rendición. Luego nos trajeron en el buque inglés Camberra, pero en Campo de Mayo los militares nos advirtieron que al tomar contacto con los civiles debíamos silenciar algunos temas. Muchos no pudieron ni hablar sobre la guerra, algunos recién lo hicimos a los tres o cuatro años”. 
           “Antes estudiaba, pero al volver me quedé en casa incomunicado, sin contacto con nadie, me molestaba todo y no podía dormir. Me ayudó mucho mis familia y el tratamiento psicológico. Pero aún hoy sufro dolores de espalda y debí retirarme del trabajo de empleado público”, cuenta Leiva.  
           El acto fue coordinado por la escuela, la organización Napalpí y avalado por  Educación  del Chaco y el municipio de Fontana. También participó Juan Chico, “un historiador y militante qom contra la desmemoria que viene recopilando testimonios orales de abuelitos que sobrevivieron a la matanza de Napalpi y El Zapallar”, explicó Valko, autor de “Pedagogia de la  desmemoria. Crónicas y estrategias del genocidio invisible”, 2010.
  

Invisibilizados
 Chico, también presidente de la Coordinadora de Comunicación Audiovisual Indígena de Argentina, remarcó: “Desde hace muchos años venimos luchando por el reconocimiento de nuestros hermanos que participaron en aquella histórica gesta”. El historiador de 34 años y autor del libro bilingüe “Napalpi la voz de la sangre”, agregó: “Es la primera vez en el país que se reconoce oficialmente, y en vida, la participación de un integrante de los pueblos originarios en la Guerra de Malvinas. Tuvimos activa participación en hechos histórico de este país, pero siempre quedamos invisibilizados por quienes relataron la historia”.
     En tanto, Valko asegura: “El país quedó en manos de grupos que diseñaron un país para pocos, enquistado en la renta de la aduana de Buenos Aires, dando la espalda al interior y al resto de Latinoamérica. De ese modo, invisibilizaron a los indígenas y reintrodujeron la esclavitud tras las sangrientas entradas ejecutadas en la Patagonia y el Chaco, con el cruel reparto de indios”.
            “El homenaje a un qom que luchó en Malvinas, al igual que quienes lo antecedieron en nuestros ejércitos revolucionarios que cruzaron America para llevar la libertad a sus hermanos, recupera las mejores tradiciones de Mayo. Y nos recuerda que las Malvinas, Argentina y América antes de pertenecer a los países que marcaron fronteras arbitrarias, son pre existentes a los Estados. El suelo, la tierra, la Pachamama siempre fue, es y será originaria”, sostiene Valko,


Un proyecto intercultural

    “La escuela tiene  400 alumnos. En el secundario son 173 chicos y un 42 por ciento es qom. En los niveles más bajos entran más chicos, como también algunos profes de la comunidad”, señala  Marqués, directora del nivel superior.
       Desde diciembre de 1995, e impulsada por curas franciscanos, concurren alumnos del barrio Pelayo, habitado por unos 2.500 qom. Llegaron tras migraciones internas generadas por la pobreza y la expulsión de áreas rurales de la región, desde que en 1884 el ejército nacional emprendió la llamada Conquista del Chaco.
    Los qom pertenecen al grupo étnico y lingüístico guaycurú, como los pilagás, mocovíes, kadiwéos y los antiguos bipones, mabyás y payaguás.
   Qom, significa “hombre” en idioma ntokóit,  la palabra “toba” es del guaraní: “rostro grande”, como así les decían por las anchas frentes que les quedaban al raparse parte del cuero cabelludo.
    El Gran Chaco o “país de las cacerías”, en quecha, abarca los actuales Brasil, Paraguay, Bolivia y Argentina. Se hablan unas 30 lenguas preexistentes al portugués y el castellano y en parte de Formosa, Chaco, Salta, Santiago y Santa Fe habitan cerca de nueve pueblos originarios, con lenguas mocoví, pilagá, qom, chorote, wichí, vilela, tapieta y ava-guaraní.