Alguna vez se debería reparar las
falsificaciones históricas, dejar de respetar la invención de un relato
escrito por los que impusieron a sangre un proyecto de Nación con exclusión y saqueos a
la IDENTIDAD.
La provincia socialista ha preparado una
“nutrida agenda en distintos puntos de la ciudad para festejar los 440 años de
Santa Fe. Entre ellas se destacan el torneo de Beach Voley en el marco de la
inauguración de la temporada de playas el viernes al mediodía; la Fiesta de la
Luz y el Agua por la noche; y así con otras pelotudeces con protocolos y
brindis.
Dicen que Sebastían Caboto fue el primer
europeo en alardear de pisar tierras hoy santafesinas. Era 1527 y funda el
fuerte Sancti Spiritus en la desembocadura del Carcarañá.
La resistencia de los originarios a la
invasión llevó a que los ocupantes dejaran ese asentamiento. Pero para “abrir
puertas a la tierra” y poder transportar las riquezas que saqueaban necesitaban
puertos.
El 15 de noviembre de 1573, Juan de
Garay, enviado desde Asunción, ocupa la barranca occidental del río Quiloazas,
hoy San Javier, y llamó Santa Fe a la aldea en homenaje a la fe católica que
conducía a robar y matar, para pasar a la historia y ser recordados como
señores.
El territorio estaba poblado por mocovíes,
avipones, tobas, querandíes, timbúes, corondas, quiloazas, mocoretás y hasta
llegaron mapuches.
Para la historia oficial y algunos
funcionarios, los pueblos originarios, como decía el genocida videla: “Si no
están, no existen, y como no existen no están. Los desaparecidos son eso,
desaparecidos; no están ni vivos ni muertos; están desaparecidos".
La identidad no puede olvidar las raíces,
surgen, crecen y se renuevan aunque el protocolo la intente ningunear.