domingo, 23 de junio de 2013

Wiñoy Xipantv, el inicio del nuevo ciclo (laguna El Hinojo, Venado Tuerto)

En junio de 2011 la comunidad mapuche Xavn Inay Leufv (Encuentro cerca del río) de
Rosario, nos invitó a compartir la noche más larga y esperar al Sol del invieno. (Fotos de Matías Sarlo)


En la noche del 25 de junio, unas 26 personas desafiaban al frío del olvido rodeando al fuego sagrado del pueblo originario que recupera su presencia en la región. 
Amanda Solís Colihueque (48) es la lonko que en Rosario reencuentra a sus hermanos e identidad.  
   En tanto, la wenufoye agita ella al viento con el azul de la vida y el universo, el blanco de la pureza y sabiduría, el  amarillo del Sol, el rojo de la fuerza e historia, y el verde
de la tierra, sabiduría y fertilidad. En 1872, un mapa de la Carta de las Pampas del Sud registra una laguna llamada Trommá Troli, que en mapudungun significa "Venado Tuerto", lo que registra la histórica presencia del ancestral pueblo mapuche en esas tierras.
     


(Nota publicada en el suplemento Señales, (diario La Capital), el domingo 17 de julio de 2011
  

El fuego del reencuentro con la identidad 
 
 A orillas de la venadense laguna El Hinojo, organizaciones mapuches celebraron Wiñoy Xipanty, el inicio de un nuevo ciclo de la naturaleza 
  
Tras la noche más larga, el inicio del invierno purifica la tierra y la vida, mientras la comunidad recobra su presencia en la zona. 
 
 
"Acá cerca había un fortín, era un lugar ocupado por las tropas del general Roca. Pero ahora, volvimos y estamos aquí para celebrar al Wiñoy Xipantv (Año Nuevo mapuche), para acompañar al Sol en la noche más larga", resaltó Marcelo, werken (vocero) de la organización Xavn Inay Leufv (Encuentro Cerca del Río), de Rosario.
 Mientras caía el cielo rojizo sobre la laguna El Hinojo, a unos diez kilómetros del centro de Venado Tuerto, unas 26 personas desafiaban al frío del olvido rodeando al fuego sagrado del pueblo originario que recupera su presencia en la región
Ya en 1872, en un mapa de la Carta de las Pampas del Sud, se indica que una laguna de la zona era llamada Trommá Trolí. En el documento, bajo el dibujo se indicaba que esas dos palabras en la lengua mapuche (mapudungun: el hablar de la tierra), significaban: Venado Tuerto, marcando la presencia histórica de ese pueblo ancestral en tierra hoy santafesinas.
En búsqueda de esa huella, en las primeras horas de la tarde del sábado 25, llegaron a orillas de El Hinojo unas 26 personas. Entre abrazos y sonrisas de reencuentros levantaron al viento la wenufoye, la bandera mapuche con el color azul (vida, orden, universo), el blanco (limpieza, curación, longevidad, sabiduría), el amarillo (renovación, sol), el rojo (fuerza, poder, historia), el verde (tierra, sabiduría, fertilidad, curación), además del kultrún (bombo mapuche con los puntos cardinales, sabiduría) y el Gemil (iconografía de estrellas escalonadas, también refieren al arte, la ciencia, conocimientos y relatos).  
 Luego armaron un refugio con lonas y cañas del lugar, juntaron leña y prepararon dos fogatas, una para el fuego sagrado y otra para preparar el guisado.
“Haremos una rogativa mapuche y pediremos por los hermanos que por las cenizas del volcán Puyehue perdió animales y la lana que usan para hacer tejidos”, dijo Nélida (55 años). “Nací en Anecón Grande, a unos 15 kilómetros de Jacobacci y mis padres eran mapuches, mi madre me enseñó a tocar el kultrún. Trabajé en Bariloche, pero ahora ya hacen 25 años que estoy empleada en una estancia de Venado Tuerto”, indica la mujer.
Con el impulso de la organización mapuche de Rosario, en Venado se formó la Huemul Mapu Mew, (Tierras del ciervo). “El municipio y entidades sociales nos cederon este predio donde hacemos las ceremonias. En esta zona nació la ciudad”, explicó Cielo Whitri señalando a la costa de El Hinojo.
 “Soy profesora de danza de pueblos originarios y viajé mucho al sur, mi origen es irlandés, pero desde hace 24 años trabajo con los mapuches en la reconstrucción de su historia”, explica Cielo.
El werken Marcelo explica que es rosarino y que su familia vino del sur cordobés. “Pero, mi bisabuela era mapuche”, remarca. Sobre los rituales, resalta la importancia de los valores del sitio sagrado del Rewe (fuerza), su territorio circundante y la orientación mirando al este, por donde sale Antú, el sol. 
 
También está Luciana (30) vive en Firmat y nació en Junín de los Andes. “Mi mamá tenía 16 años cuando nací, por cuestiones de dinero y la problemática del sur me dieron en adopción. Pero, cuando cumplí 14, mi madre adoptiva me llevó a conocer a mi mamá biológica. Ahora tengo contactos con mis hermanos y con otros mapuches. También al vivir un tiempo en Puerto Madryn, hace dos años, conocí el Wiñoy Xipanty. Luego una compañera de teatro me habló sobre una organización mapuche en Rosario y me contacte. Trabajo en artesanías y cuido niños”.
Damir, el mayor del grupo, de vincha sobre su blanca cabellera, admite: “Soy de familia burguesa y siempre he estado buscando el valor de la amistad y el compañerismo. Lo encontré con los mapuches y me llenó de orgullo cuando se confirmó que mi bisabuela era hija de rankülche y de una cautiva. Quiero recuperar los valores éticos y culturales que tiene el mapuche, algo que buena falta le hace al pueblo argentino”.
Alrededor del fuego, la ronda sirve para dar voz a los estudiantes que participan en las organizaciones, conocer los relatos de los “los nuevos” sobre los orígenes y búsquedas.
El frío siguió anocheciendo mientra las llamas y los olores del guisado dan calor. En tanto, el fuego sagrado es la permanente compañía para recibir juntos al sol.

La tierra se expresa
El festejo del año nuevo se realiza al producirse el solsticio de invierno. También los pueblos kolla y aymara, entre otros, celebran el Inti Raymi (del quechua Fiesta del Sol). El frío purifica y la tierra descansa mientras se prepara para las próximas cosechas.
Los antiguos europeos, a fines de invierno recibían el inicio del invierno. Pero, el cristianismo unió a esas tradiciones la de Navidad y la colonización impuso el Año Nuevo en diciembre, sin respetar los ciclos de la naturaleza, pero transfiriendo las típicas comidas con calorías a nuestros festejos en pleno verano.
En invierno, quedaron las fogatas de San Juan, una ceremonia en honor al fuego, algo semejante a los rituales ancestrales de muchas comunidades.
En las ceremonias mapuches se renueva el compromiso con la naturaleza para preservar el equilibrio. Sobre ello, Amanda Solís Colihueque (48) la lonko (cabeza, representante del grupo) señala que “la tierra se expresa ante la intervención del hombre. Los volcanes son perforados por las mineras, se tala y se plantan pinos que no son para la región, se hacen represas y el mapuche (gente de la tierra) cuida la delicada relación de las fuerzas vitales de la naturaleza”.
Mientras los leños crujen con el fuego, Amanda retoma el ancestral relato mapuche y explica: “Tren Tren es la serpiente de la fertilidad y del hombre, con quien se lleva bien, pero esa relación enojó a Kai Kai, la serpiente del desequilibrio y del mar, quien elevó las agua y produjo inundaciones. Entonces, Tren Tren encorvó su lomo y crecieron montañas para que sobre ella se salven los hombres”.

Reencuentro con las raíces
 Aunque la escena parece situarse en la intemperie y con frío, el concepto de territorialidad cobija a los mapuches. En contacto  con la tierra, el agua, las plantas y el vuelo de aves que pronostican buenos augurios, renuevan su compromiso con la naturaleza.
Esa resistencia en la defensa de la tierra, marca a la historia e identidad del mapuche. “Aunque se vaya un abuelo, su sangre sigue en la descendencia”, advierte el werken Marcelo y remarca que para “recuperar la identidad es importante la oralidad, la memoria de los ancianos. También podemos buscar en las iglesias donde se registran partidas de nacimientos y cristianización, además existen las crónicas y archivos del propio ejército”.
“De a poco la gente se larga a hablar, antes había temor, ahora hacemos un rescate de quienes creen que vienen de mapuches”, indica. En tanto, la lonko Amanda sostiene que en la zona de Venado, “s i bien no tenemos la preexistencia, ya que es del pueblo Mocoví, no podemos negar la presencia del pueblo mapuche desde el nombre de Venado Tuerto o Melincué”, remarca.
Sobre su origen, Amanda relata: “Soy del linaje Nahuepán de cuidad de Esquel y luchamos también por el derecho territorial. A mi también me quitaron el tierras, padecí el dolor de perder las vivencias que tenían en ese lugar, dejé al rió y a la gente. A mi abuelo le quitaron en 1987 cuatro hectáreas en Chubut a pesar que tenía títulos, pero les cambiaron la tierra por una casa en un Fonavi. Nuestra tierra tenía otro valor, allí funcionaba una huerta comunitaria, había árboles que habían plantado cada nieto. En el lugar, en la ladera del cerro Esquel, ahora funciona un paseo turístico”.
“ A los 11 años -agrega- vine a Rosario con mis padres, pensaban que era el mejor lugar donde desarrollarme. Nunca deje de ser mapuche y estoy orgullosa de ello. Pero es muy difícil la situación de los hermanos que emigraron y sobreviven hacinados en ciudades”.
El grupo rosarino acompaña la lucha contra la venta indiscriminada de tierras, el derecho a la tierra y la autodeterminación de los pueblos. El concepto sobre territorialidad mapuche no acepta al alambre y definen el espacio en función del cielo, la tierra y los habitantes de la comunidad.
“Buscamos generar en Rosario un espacio de recuperación cultural mapuche. Empezamos hace 20 años y en 2007 como entidad. También trabajamos con la cultura, el idioma, el wixal (arte de tejer), realizamos charlas en escuelas y facultades y reafirmamos a la educación para avanzar la concientización social”, sostiene Amanda. 
 
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Continuidad en el tiempo 
  
       Ya entrando la noche, el grupo rodeo el fuego y la más joven, con el más joven, junto a la más adulta y el mayor adulto, tomaron leños con brazas y caminaron en círculo mientras el trutruca y el kultrún (instrumentos musicales) resonaron en el silencio del anochecer a orilla de la laguna.
        Luego, una profunda emoción acompañó al momento en que Juan David Ávila, un antropólogo que trabaja con el grupo, escuchó la lectura de documentos donde se constata que sus antepasados eran miembros del pueblo originario.
La lonko Amanda leyó viejos papeles de la Sociedad Rural Argentina -liberados hace tres años-, con datos sobre niños de tolderías que eran bautizados y entregados a distinguidos blancos, tras ser arrancados de sus tierras y familias.
Avila, codirector del proyecto del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, expresó su felicidad al recobrar su pasado y agradeció a todos los que siguen esas huellas. Entonces, relató que había pensado en esa ascendencia por “la imagen criollaza de la abuela en antiguas fotos” y por los apellidos relacionados a las salinas y actividades de los originarios, mencionados ahora en el documento histórico.
El investigador rosarino, criado cerca del cementerio de La Piedad, es codirector del proyecto que en diciembre de 2010 halló restos humanos de más de 8.000 años de antigüedad en la laguna El Doce, a 7 kilómetros de San Eduardo, también en General López, como su vecina Venado Tuerto.
Ya pasada la ceremonia, explicó que “además de las actividades arqueológica, hacemos extensión social con charlas e impulsamos espacios para que la población renueve sus vínculos con el patrimonio cultural de la zona. A medida que investigábamos en la laguna, charlamos con vecinos y empezamos a reconstruir ese pasado. Hubo corrimiento de las comunidades indígenas en 1879 hacia al sur, pero algunos quedaron en la zona y pasaron a ser peones rurales cuando se lotearon esos campos”.
“Los alambrados producen nuevos posicionamientos de territorialidad. Hay gente que se establecía cerca de los caminos o rastrilladas entre San Eduardo a Santi Espíritu, no generaron conflictos y de tolderías pasaron a vivir en ranchadas”.
“Desde lo arqueológico vamos a lo histórico más reciente, teníamos la idea de una continuidad histórica, no de que hallaríamos una toldería mapuche, pero si un atravesamiento histórico, a pesar que la historia tapa muchos hechos. Pero hay presencia mapuche y el idioma mapudungun se mantendría con fuerza, explica.
En Venado conoció a Amanda, quien buscaba las huellas de su gente, en la laguna El Hinojo. “Allí –dice el arqueólogo- había un fortín, y seguro que los primero pobladores habitaron cerca, pero hay quienes cambiaron de identidad ante la discriminación. Por eso hay invisibilidad, descendencias desconocidas y procesos históricos de silencio”.
“Cuando se excava se busca una historia para reconstruir la identidad de uno y de la comunidad. Ya con nuevas fuerzas para seguir, y con una vincha otorgada por un “hermano”, Avila dijo que seguiría investigando para reencontrar a los primeros habitantes de la zona de El Hinojo y que proyectan una prospección arqueológica, recorrer y hacer excavaciones para localizar al lugar”. 
 
 
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Antiguas tierras y restitución
 
 
      El historiador venadense Roberto Landaburu indique que “en la región no hubo asentamientos mapuches, eran estepas desoladas, pero hubo malones hasta 1877”.
En 1884, Eduardo Casey funda la ciudad y reconoce la memoria del lugar e inscribe el nombre de Venado Tuerto. Varias teorías o cuentos aún circulan sobre esa denominación, más allá de su aparición primero en lengua mapuche, se dice que en la zona andaba un venado guacho que había perdido un ojo por un flechazo de algún malón. El animal - explican los lugareños, cada vez que se acercaban las lanzas se refugiaba en el fortín y ponía en alerta a las tropas.
Más allá de las leyendas, la presencia de los hijos de los primeros habitantes en Santa Fe, ha llevado a que la Dirección Provincial de Pueblos Originarios trabaje con sus reclamos. “Unas 10 mil hectáreas santafesinas deben ser restituidas a las comunidades ancestrales, según establece la ley 12.086, de 2002. Se devolvieron mil, próximamente serán otras dos mil y esperamos llegar a las 10 mil hectáreas antes que finalicen el 2011”, explicó Raúl Britos, director provincial de Pueblos Originarios.
“Se entregan, en coordinación con el Ministerio de la Producción, de manera comunitaria, en zonas de islas y de la cuña boscosa. En el tema trabaja una comisión de adjudicación de tierras, de acuerdo al registro de comunidades que tienen la provincia”, señaló el titular del instituto que realizará el 12 de agosto una asamblea provincial para elegir presidente del Instituto Provincial de Asuntos Aborígenes (Ipas), con la participación de unas cien comunidades. Es un lento andar en la reparación de los derechos de estos pueblos”, adelantó. 
 
La solidaridad 
“ Tras la heladita, el sol volvió con fuerza y fue muy emocionante”, dijo la lonko Amanda. Luego, durante la tarde, en el Centro Cultural de Venado se realizó una jornada para recaudar fondos en solidaridad con los pueblos mapuches afectados por las cenizas del cordón El Caulle. “Grupos musicales, artesanías y venta de bonos juntó a vecinos de la ciudad en un gesto solidario", indicó la lonko al resaltar el apoyo de los venadenses. En tanto, señaló que para comunicarse con la organización mapuche se puede llamar al teléfono 0341 153474923 ó al fijo 6794551