domingo, 25 de marzo de 2012

Aprender de la Memoria, no de memoria

Hace 36 años atrás: “La escuela estaba ahí / mi patio , mi banco marrón / Todo estaba muy bien, sí sabía la lección / Siempre fue igual mi profesor… siempre tuvo el la razón ...”.
 En esos días un acto escolar debía empezar con: “Señora directora , profesores, miembros de la cooperadora, padres y butacas........ perdón: alumnos”.

Nos habían robado, se habían apropiado de la libertad de criterios, ilusiones y proyectos colectivos. Salvo algún profe piola, lo demás era memorizar, pero no aprender de la memoria.
Parecía que había ganado el autoritarismo, como que retrocedíamos. Pero …. estábamos tomando carrera (como dice un tal Miguel Franchi).

Viernes 23 de marzo 2012: En salón de actos del Normal 1, un documental les relató, a  los alumnos del turno tarde, esa historia de los chicos rebeldes de los 70 y cómo se organizaron en sus escuelas. También  vieron registros de milicos reprimiendo para imponer un proyecto económico que intentó hacer desaparecer todo reclamo y lucha popular contra la represión y el saqueo.
   No faltaron imágenes de las Madres resistiendo y pariendo una esperanza en jóvenes que las acompañaron y acompañan.
   Luego, tres ex alumnas, Licia, Mara y Male, hablaron de su paso por la escuela y dijeron lo que antes - pero no hace tanto, se graduaron en 2004- no podían decir, además de no ser escuchadas.
   “Volveremos”, parecían haberse juramentado alguna vez, tras juntar ilusiones y broncas en una adolescencia acechada por el individualismo del menemismo y las risotadas de Tinelli.  
     Nacho, otro egresado, pero desde 2009, editó el video que documenta con implacables archivos seleccionados con rigor informativo y testimonios de aquella época, a la que los alumnos accedieron con la estética y profundidad del documental.
      Luego, vino un silencio conmovedor, muy distinto al de “callar y aceptar” que imponía el terrorismo de Estado. Era un silencio para “sentir” la palabra de un invitado de los alumnos: Matías Ayastuy. El muchachote, contó su historia y la lucha de sus abuelos para recuperarlo, luego que sus padres fueron secuestrados el 6 de diciembre de 1977. 
   Y todo eso en el mismísimo salón de actos del Normal 1, todo eso en horas de clase y sin aprender de memoria pero aprendiendo de la memoria. El 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, criticado por algunos que dicen que “es un nuevo feriado para los vagos y el turismo”, lo habían transformado en un espacio para recuperar la historia, saber de dónde venimos y planear el camino a retomar.
    Y atardecía, había terminado el horario del turno tarde. Pero las 200 butacas del salón seguían ocupadas por esos preocupados pibes. Después, los problemas técnicos de siempre favorecieron a que las chicas y Matías se acercaran al borde del escenario y contara, como sentado en la vereda y a sus compinches, su pelea, la de sus viejos, abuelos y de las Madres, el compromiso con la búsqueda de la identidad y el juicio y castigo a los represores.
  Entonces, los alumnos se animaron a preguntar, en el mismo salón de actos y en voz alta. Seguían las preguntas, la bendita participación que siempre buscan que brote de los pibes surgió por el interés que el testimonio de vida y documento periodístico había despertado.
   En tanto, algunos padres también habían vuelto a la escuela de sus hijos ya egresados y que ahora  acompañaban a los más chicos, lagrimearon.
   Una revancha de la historia, la de ex alumnos que volvían con nuevas herramientas en su formación y concientización para compartir con los más chicos su visión de la realidad, que no siempre los profes oyen.
Y revancha de los más creciditos. Sus mismos hijos, eran protagonistas les recuperaron parte de lo robado por la dictadura:  actos escolares donde ahora la bandera  enorgullece y no es usada para tapar mentiras,  canciones patrias ahora cantadas por Baglieto y no por una banda militar. El recuerdo del Terrorismo de Estado que les llevó compañeros e ilusiones ha golpeado a esos jóvenes de ayer.
Pero, lentamente - como en el mismísimo salón de actos del Normal 1- se recuperan sueños colectivos y compromisos que no desaparecen.  Recuperamos plazas para juntarnos a cantar, calles para caminar y murguear, asambleas para debatir y escuelas para no memorizar, sino aprender de la memoria.

En nombre de los que hacíamos fila, tomábamos distancias y debíamos marchar en los acto, nosotros con el cabello corto y ellas con las faldas largas : muchas gracias chicos